El cristal y los hombres, José Jiménez Lozano

"...Me parece, por el contrario, que sintió en cristiano y muy hondamente. Ahí están bastantes de sus cartas para probárnoslo, incluso las grandes determinaciones de su vida y sobre todo su testameno. Ese testamento mudo y elocuente como ninguna palabra, de su huida al destierro con un pobre hato de ropa y unos manuscritos, su alma, en un pobre camión abarrotado de gentes miserables y desesperadas: para que cupiese un refugiado más, don Antonio tiró su hato de ropa. Para que cupiese otro... tiró sus manuscritos, su alma, sólo Dios sabe qué magnífica aportación al mundo de la cultura española y universal. Pero todas las ideas más sublimes y las construcciones espirituales más elevadas no valen lo que el último de los hombres..."

"...Allá abajo, en la misma apacible Segovia, el santico fray Juan de la Cruz decía que un hombre vale tanto, que sólo Dios es digno de un pensamiento suyo. Pero también los otros hombres son dignos hasta de nuestra vida entera. Y, porque don Antonio Machado supo comprenderlo y vivirlo tan profundamente, me parece que todo lo que se haga y se diga en su memoria, que no sea repetir su gesto de entrega y desnudez, es poner un cristal frágil en una ventana, algo hueco y mortuorio como el sonido lúgubre de los zapatos en el entarimado de la vieja pensión segoviana de la calle de los Desamparados."

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