Viendo la imagen final de los libros que he seleccionado como mis mejoras lecturas, queda bastante claro que me encanta leer vidas de otros. Disfruté muchísimo con ese canto de amistad que es el libro de Cristina Peri Rossi a su gran amigo Cortázar. Descubrí a Alessandro D´Avenia con El arte de la fragilidad . Saberse frágiles y aceptarlo es una de las enseñanzas de la vida. Me gusta descubrir a testigos de la vida. Y un testigo ha sido Philippe Lançon con El colgajo . ¿Cómo se puede sentir gratitud después de haber sufrido un atentado? Pues se puede. Igual de Delphine de Vigan siente un amor tan profundo hacia su madre, a pesar de la infancia que la hizo pasar. Sanmao también nos cuenta el pozo oscuro en el que cayó después de la muerte de su marido. No consiguió salir de él. Leer la vida de los demás te hace poner en perspectiva la tuya. Leer a Ayestarán y su Jerusalén, santa y cautiva, te hace conocer una ciudad testigo de tanto sufrimiento. Con Los silencios de la libertad
Utopía, Tomás Moro
Obtener enlace
Facebook
Twitter
Pinterest
Correo electrónico
Otras aplicaciones
"Es norma del Senado el que ningún asunto se resuelva el mismo día que se propone, sino que se difiera para la reunión siguiente, para que nadie, sin madurarlo, exponga lo primero que se le ocurre, y después quiera sostenerlo tercamente, mirando más a su amor propio que al bien público, ya que son muchos los que llevados por una necia vergüenza, para que no parezca que obraron a la ligera, prefieren que prevalezca su opinión antes que la salud del pueblo, en aquello que debían tener bien estudiado para poder hablar con más conocimiento y menos prisa."
"No comienzan su labor muy de mañana, ni trabajan continuamente, ni durante la noche, ni se fatigan con perpetua molestia como las bestias, porque es una infelicidad mayor que la de los esclavos la vida de los trabajadores que han de estar a su tarea sin descanso, como ocurre en todas partes, menos en Utopía."
"...en Utopía, donde todo es común, y por ello nadie teme morir de necesidad por estar llenos los almacenes públicos desde los que a todos se distribuye con equidd. No hay ningún pobre, porque nadie posee nada en particular, siendo todos ricos en común.
No se puede comparar la situación de otros países, ni siquiera de lejos, con la igualdad de esta República. ¿Cómo puede justificarse que un noble, o un plebeyo que sea usurero, u otro cualquiera que no se ocupa en trabajo alguno o que toda su acción es poco necesaria a la República, pueda adquirir a base de tal ociosidad el vivir con esplendor y regalo; y que un trabajador, o un hombre de campo, tenga que trabajar día y noche con tanta fatiga que no la toleraría un animal, para granjearse escasamente su alimento, con menos comodidad que los brutos, que ni se cansan tan intensamente ni padecen por el temor de que les falten las cosas necesarias para la vida?
¿Qué diremos de los ricos que se quedan con el salario de los trabajadores, no solamente con violencia y engaño, sino con el pretexto de las leyes? (...) Estas invenciones de los poderosos, adornadas con los colores de la nación, se convierten en leyes; y los hombres perversos con codicia insaciable se reparten entre ellos los bienes que debían destinarse a la necesidad de todos. ¡Qué lejos está esto del bienestar de la República de Utopia!"
Comentarios
Publicar un comentario