Las lecturas que se han quedado conmigo

  Viendo la imagen final de los libros que he seleccionado como mis mejoras lecturas, queda  bastante claro que me encanta leer vidas de otros.   Disfruté muchísimo con ese canto de amistad que es el libro de Cristina Peri Rossi a su gran amigo Cortázar. Descubrí a Alessandro D´Avenia con El arte de la fragilidad . Saberse frágiles y aceptarlo es una de las enseñanzas de la vida. Me gusta descubrir a testigos de la vida. Y un testigo ha sido Philippe Lançon con El colgajo . ¿Cómo se puede sentir gratitud después de haber sufrido un atentado? Pues se puede.  Igual de Delphine de Vigan siente un amor tan profundo hacia su madre, a pesar de la infancia que la hizo pasar. Sanmao también nos cuenta el pozo oscuro en el que cayó después de la muerte de su marido. No consiguió salir de él. Leer la vida de los demás te hace poner en perspectiva la tuya.  Leer a Ayestarán y su Jerusalén, santa y cautiva, te hace conocer una ciudad testigo de tanto sufrimiento.  Con Los silencios de la libertad

Por el borde del precipicio, Hermann Scheipers

El pasado 2 de junio murió Hermann Scheipers a los 102 años. Último sacerdote católico alemán superviviente del Campo de Concentración de Dachau. Gracias a Ediciones Voz de los  sin voz, podemos leer en castellano sus memorias.

"pude ver que los que mayor resistencia ofrecían eran en su mayoría cristianos, o sea, que luchabn contra Hitler en nombre del cristianismo. Para mí lo escandaloso no era la tibieza de la Iglesia, sino la ceguera de casi todos los intelectuales de occidente y los políticos responsables en el ascenso de la irracionalidad y del engaño nazi. ¿Dónde estaban los profesores universitarios?, ¿dónde estaban los liberales, los demócratas?..."

"Tras dos interrogatorios se me acusó entre otras cosas de lo siguiente: Scheipers es un peligro para la estabilidad y seguridad del pueblo alemán y del Estado por colaboración amistosa con los enemigos.
Según ellos ponía en peligro la seguridad del pueblo y del Estado por no considerar a las personas condenadas a trabajos forzados como infra-personas, como lo hacía la propaganda nazi, sino como hijos e hijas de Dios, a los que me dedicaba con el mismo cuidado y amor que a los alemanes."
"En 1943 se comenzó a construir en Dachau una cámara de gas propia. En esa edificación trabajaba de albañil un compañero mío. Por medio de él me enteré de que los curas polacos decidieron bajar el rendimiento retrasando su construcción y de esta manera sabotearon conscientemente el trabajo. Gracias a esto no se terminó la cámara de gas hasta finalizar la guerra por lo que nunca llegó a funcionar."

"Un viejo prisionero me decía: Aquí sólo puedes blasfemar o rezar. Los que verdaderamente rezaban luchaban, eran santos. Tengo especialmente presente al Dr. Bernhard Wensch de Dressden. Cuando me llevaron al barracón de los invalidos no sólo me llevó la eucaristía a escondidas en una cajetilla sino que cuando se enteró que me iban a llevar a la cámara de gas vino, protegido por la oscuridad de la noche, al barrancón y me regaló lo más valioso que tenía, su ración de pan. La que tenía para todo el día. Eran cuatro rodajas. En realidad yo no debía haber aceptado ese trozo de pan porque él sufría una terrible diarrea y era lo único que aún podía comer. Su acción fue de hecho irracional. Me regaló, muriendo, su pan. Y me hablaba de los jóvenes de Emaús que reconocieron al Señor al partir el pan. Él me regaló su pan igual que Jesucristo en la última cena cuando partió el pan como señal de ofrenda. Pocos días después murió. "


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