Pietro Bartolo, el médico de Lampedusa

"Los que se ahogan no son cifras, son seres humanos. Es algo que se nos olvida. Yo me acuerdo de muchas de estas personas. Me gustaría que todos las hubieran visto como las he visto yo. Entonces entenderían a lo que me refiero.  Me acuerdo de Hassan, que cargó a cuestas a su hermano, paralítico, durante todo el viaje.  Me acuerdo de Faduma, quien tuvo que dejar atrás a sus siete hijos.  Me acuerdo de una señora de Gambia maravillosa. Recuerdo su porte, lo orgullosa que era. Llevaba ropa de colores y una maleta en la mano, como si no estuviera bajando de una barca de refugiados llena de agujeros, sino de un tren en la estación.  Me acuerdo de Amina. Justo antes de la salida desde Libia había sufrido quemaduras graves por la explosión de un infernillo de gas, pero los traficantes la metieron en la barca a pesar de todo. Cuando los soldados la llevaron a tierra, debió de sufrir unos dolores terribles, pero no gritó en ningún momento, no se quejó, no lloró.  De todo esto es de lo que yo me acuerdo». 
 

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